En el año 708 el obispo de Avranches hizo construir un santuario en honor del Arcángel en el Mont-Tombe. Seguramente, nunca imaginó que este lugar fuese a ser tan visitado, como tampoco que terminase siendo un lugar de una belleza espléndida. Pintado, fotografiado e incluso soñado por creyentes y no creyentes.

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En el siglo X los benedictinos se instalaron en la abadía. En el XIV se extendió hasta el pie del peñasco. Durante la guerra de los Cien años fue Fuerte inexpugnable resistiendo a los ataques de los ingleses y convirtiéndose así en lugar simbólico para el Pais.

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Durante la Revolución y hasta 1863 fue utilizado como prisión. Unos años después fue convertido en monumento histórico y desde 1979 incluido en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.

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El mar convierte a la abadía en un lugar inexpugnable gracias a estar ubicada donde se producen las grandes mareas de Europa Occidental. El fenómeno tiene lugar dos veces al día aislándola y transformando totalmente el paisaje. Su acceso solo es posible a través de un puente pasarela construido hace unos años. Probablemente esta situación, su entorno, el efecto del mar así como la historia y la huella que ha dejado en él, hacen de Mont San Michel un lugar deslumbrante y mágico.

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Raquel Domínguez

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