Desde pequeños hemos oído en la televisión un término utilizado en la meteorología denominado anticiclón. La mayoría de nosotros no sabemos a qué se refiere en absoluto, incluso el presentador del tiempo debe ponerse al día de la terminología que supone deben conocer todos los telespectadores cuando tal vez podría ser tan fácil como decir que va a hacer calor, algo que todo el mundo entendería.

Tirando de enciclopedia, un anticiclón es un fenómeno atmosférico de alta presión, en la cual la presión atmosférica es superior a la del aire circundante. Debido a esto, los anticiclones provocan situaciones de tiempo estable y ausencia de precipitaciones, ya que de esta forma se limita la formación de nubes.

Otra cosa que hemos oído en reiteradas ocasiones por vivir en el meridiano de Greenwich es algo denominado, el anticiclón de las Azores. Desde allí siempre vienen buenas noticias para la península. Frentes calurosos que barrerán de nuestras lindes nubes negras que descargan el agua tan necesaria para nuestra subsistencia. Pero, ¿alguna vez te habías preguntado qué son las Azores?Realmente las Azores no son una «A» mayúscula rodeada de isobaras marcando la presión, sino un archipiélago conformado por nueve islas en medio del Atlántico a unos 1.400 km al oeste de Portugal.

Camera100 estuvo en Terceira, la tercera isla en ser descubierta, la tercera en metros cuadrados de superficie, la segunda en densidad de población y la primera que visitamos. Al aterrizar, el tiempo se ralentizó de forma instantánea y nuestro metabolismo se adaptó rápidamente a funcionar de forma más lenta. La tranquilidad de sus habitantes y los contrastes entre naturaleza y civilización hicieron el resto.

En una isla donde hay más cuernos por metro cuadrado que en ningún otro lugar y no por infidelidades sino porque cada habitante posee de media dos vacas en su poder, se elaboran y exportan productos lácteos a la península sin cesar. Una ínsula donde se consolida una base americana que proporciona sustento a gran parte de la población y que comparte aeropuerto con los turistas que la visitan.

Un pequeño trozo de tierra de origen volcánico en el medio del mar que recuerda en alguna de sus zonas la película de Steven Spielberg Parque Jurásico, donde al volver la cabeza piensas que puedes encontrar un stegosauro pastando entre plantas que recuerdan la era cretácica. Pero que al recorrerla de punta a punta también recuerda algún lugar de los países nórdicos con una densidad de población más baja y unos habitantes encerrados en sus menesteres. O la vegetación de un país centro americano, frondosa, muy variada y completamente verde que hace de Terceira un lugar digno de contemplar y disfrutar.

Hablamos de los anticiclones y de su origen en las Azores, pero existen muchos otros fenómenos de los que hablar. Los mayores fenómenos de la isla son sus habitantes, capaces de trasladarte por su autenticidad a una época anterior donde no ha pasado el tiempo, contrastados con los más modernos, frutos del avance de la sociedad y las nuevas tecnologías. Apostados en la misma calle o en comercios de toda índole que expresan el carácter de la isla, casi nada orientada al turismo más que por cuatro tiendas de souvenirs en su capital Angra do Heroísmo.

Habitantes terrestres y habitantes marinos que conceden al archipiélago un puesto en el top 10 de avistamiento de cetáceos y delfínidos a nivel mundial. Unos juguetones pobladores de sus aguas que muestran sus aletas dorsales sin ningún pudor alrededor de las embarcaciones de recreo y unos gigantes del mar, incluidos cachalotes y ballenas azules entre más de veinticuatro especies que muestran sus jorobas y respiraderos entre saltos sobre la superficie de sus aguas cristalinas en el canal de paso de sus migraciones.

Terceira, ¡volveremos! No te enfades si en vez de verte a ti visitamos a tus hermanas pequeñas, pero ten por seguro que volveremos a vernos las caras.